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El uso aire acondicionado pone en jaque la red eléctrica europea en plena ola de calor

En España, el consumo eléctrico se disparó en torno al 14%. En Alemania y Francia, la demanda se disparó en las horas pico, lo que puso en alerta a los operadores eléctricos.

Este verano, Europa ha vuelto a sufrir una serie de olas de calor intensas y generalizadas. Sólo esta semana se han batido récords de temperatura en el suroeste de Francia, Croacia y Hungría, y en algunas regiones se han superado los 40ºC.

A medida que el cambio climático hace que las olas de calor sean más frecuentes e intensas, la demanda de energía se dispara porque la gente intenta mantenerse fresca. Al mismo tiempo, las altas temperaturas están socavando el suministro eléctrico, sobre todo el de las centrales térmicas -un tipo de centrales en las que la energía térmica se convierte en electricidad- que dependen del agua de los ríos para su refrigeración.

Los expertos advierten de que las olas de calor están poniendo a prueba la red eléctrica del continenteEn España, el consumo eléctrico se disparó en torno al 14%. En Alemania y Francia, la demanda se disparó en las horas pico, lo que puso en alerta a los operadores eléctricos.

Las altas temperaturas estivales se están convirtiendo rápidamente en la norma, y los sistemas de aire acondicionado son cada vez más comunes. Se prevé que el número de aparatos de aire acondicionado en la UE pase de menos de 7 millones en 1990 a más de 100 millones en 2030. A pesar de este espectacular aumento, el aire acondicionado sólo representa el 0,6% del consumo energético de los hogares europeos.

Los datos muestran que Italia es, con diferencia, el mayor consumidor de aire acondicionado de la UE. Representa un tercio de toda la electricidad consumida por el aire acondicionado en los 27 Estados miembros, a pesar de tener algunos de los precios de la electricidad más altos de Europa. En segundo lugar está Grecia, seguida de Francia, España y Alemania.

En este marco, durante la ola de calor entre el 28 de junio y el 2 de julio, 17 de las 18 centrales nucleares francesas se vieron obligadas a reducir su capacidad, y algunas de ellas cerraron por completo.